Una experiencia desde la unidad terapéutica Acompanya´m de Sant Joan de Déu.
“Cuida del grupo, el individuo se cuidará a sí mismo” (Foulkes)
Desde que me formé en terapia de grupo, esta cita de Foulkes, es un mantra que no dejo de repetirme cada vez que estoy ante un grupo de personas que se juntan con propósito de cambio. Cuidar del grupo implica cuidar de cada una de las personas porque les permite vivir el espacio terapéutico como un lugar seguro. Un lugar del que fiarse para poder mostrarse de manera autentica.
Algo semejante ocurre con las familias que reciben a los nuevos miembros que nacen en su clan. Si la familia se muestra como un lugar donde se propicia el apego seguro, en el que se atienden y contienen las necesidades de pequeños y mayores, los menores recién llegados tienen la posibilidad de desarrollarse de manera sana y en plenitud. Sin embargo, si el bebe crece en un lugar del que no puede fiarse, o no es lo bastante seguro, comienzan a inocularse las primeras semillas para un posible desarrollo disfuncional que podrá aparecer antes o después.
Como convocantes del grupo terapéutico estamos obligados a cuidar todos aquellos aspectos que normalmente pasan desapercibidos pero tienen una importancia considerable. Entre algunos aspectos a cuidar podríamos citar las normas grupales de puntualidad, respeto a los compañeros, confidencialidad; pero también aspectos más sutiles que están presentes pero no se han podido nombrar. Cuando los miembros de un grupo perciben el espacio como confiable y predecible se puede desplegar un mundo afectivo y relacional capaz de movilizar pequeños cambios. Serán difíciles de apreciar pero tarde o temprano acabarán por ocurrir.
Sabemos que la música nos permite conectarnos con nuestras emociones y a la vez con las emociones de los demás. Decía en una entrevista Bernardo Atxaga que no hay artefacto comunicativo tan perfecto como la canción.
En ocasiones una canción habla de cosas que uno advierte de forma sensorial pero no es capaz de ponerle palabras. Cuando comprobamos que una canción expresa lo que sentimos nos vemos menos solos y más acompañados. Del mismo modo, si somos capaces de compartirla con otras personas podemos experimentar y pensar sobre cómo nos sentimos. En este sentido, estar en un lugar donde poder tomar conciencia de las propias emociones y lo que genera en los otros es estar en un lugar muy privilegiado.
En la unidad Acompanya´m de Sant Joan de Déu pretendemos generar este lugar privilegiado para poner voz a todas aquellas emociones que se van desplegando y van apareciendo.
Acompanya´m es un centro terapéutico y educativo para menores de 18 años que presentan trastornos mentales de elevada complejidad asociada a vulnerabilidad clínica, familiar y/o social. El tiempo de ingreso y tratamiento psicoeducativo es de 9 a 18 meses.
Así pues, ante el interés de algunos residentes por la música, y en concreto por el estilo RAP, se pensó que este tipo de práctica musical podía ser una buena forma de vincularse de forma natural en el grupo y trabajar con cierta función terapéutica
Nuestro punto de partida y encuentro es uso de la música Rap en un dispositivo grupal. En este sentido, pretendemos nombrar los afectos que nos mueven y se ponen en juego en el grupo con la ayuda que nos brinda la música y el RAP en particular. Intentamos poner voz a aquello que nos va pasando.
Concretando, el objetivo principal es experimentar juntas/os sensaciones y emociones para ensanchar nuestro mundo afectivo, a la vez que nombrarlo y compartirlo para observar lo que genera en nosotros/as y en los demás.
Para llegar este fin hay que generar un clima propicio de confianza —íntimo, seguro y confidencial— que permita espacios libres en los que poder compartir. Mediante estas bases inequívocas podemos trabajar de manera segura.
La tarea inicial era compartir canciones relevantes en el grupo, cambiar partes de las letras de los raps más representativos, inventar letras propias e incluso grabar alguna canción compuesta por los participantes.
La realidad es mucho más compleja. Un buen número de acciones que se plantean no son siempre bien aceptadas, o vienen con algún “pero”, o el grupo está revuelto por razones ajenas al taller, o es más fácil mostrarse disruptivo o enfadado con algún miembro, con la institución o conmigo —como musicoterapeuta— por la función que adopto en el grupo.
Lo que pretendo con esta exposición no es hablar de la intervención en sí misma sino más bien nombrar los factores terapéuticos que movilizan a los miembros de grupo. A menudo, como musicoterapeutas nos centramos en un elemento altamente reparador como puede ser el goce, la satisfacción, el juego, la creatividad, etc. Poner en relieve los factores terapéuticos identificados por psicoterapeutas grupales nos permite ser más conscientes de nuestro cometido y no depender tanto de nuestra intuición o sensibilidad.
Dicho lo anterior, deseo hablar de los factores terapéuticos de la terapia de grupo recopilados por Irvin Yalom, y me gustaría hacerlo a través de las letras del cantante de Rap Dante. Así mismo, he escogido a estos dos profesionales porque considero que tienen al menos un elemento en común: son capaces de trasmitir de manera comprensible aspectos difíciles de explicar, bien porque son muy técnicos o bien porque hablan sobre aspectos crudos de naturaleza humana. Irvin Yalom es un psiquiatra de EEUU nacido en 1931, y Dante un compositor y cantante Madrileño nacido en 1992.
Antes de comenzar nombrando los factores terapéuticos deseo comenzar con este fragmento:
Esto es un sueño, y ahora es palpable
Lo que hace dos años veía inalcanzable
Amigos fieles, familia estable
Y una pareja que es insuperable
Y ese cariño que nunca sentí
Ahora se ha multiplicado por mil
Ahora todo está explicado por mí
Y no me apetece escribirme mi fin
Quiero vivir sin dejar de ser yo
Que todos recuerden como era mi voz
Con este primer fragmento quiero destacar que nuestro deseo como terapeutas es que los pacientes puedan experimentar un cambio en el proceso que acompañamos. Deseamos que puedan empezar a vincular y valorar las relaciones más significativas para sentir el cariño que reciben y expresarlo sin dejar de ser uno mismo.
Los factores terapéuticos recopilados por Yalom serían: infundir esperanza, universalidad, ofrecer información/ guia, altruismo, revalidación de la familia, comprensión de sí mismo, identificación, el aprendizaje interpersonal, la cohesión de grupo, la catarsis, factores existenciales
Cada factor citado es relevante y no quisiera restar importancia a los factores que no desarrollaré, sin embargo me centraré en unos pocos.
Infundir esperanza:
Hace mucho que no pienso que vivir es un castigo
Porque fui mi propio ejemplo y encontré cien mil motivos
Sé que va pasando el tiempo, pero el tiempo es relativo
Porque el tiempo que invierto escribiendo, es tiempo que estoy vivo
Y cuando digo que me encanta mi vida, es porque disfruto
Y aprovecho hasta el final sin perder ni un solo minuto
Lo bonito del camino no es correr, llegar y punto
Es andar a paso lento, recogiendo cada fruto
Recordar esos momentos que nos hicieron felices
Es la terapia perfecta para cerrar cicatrices
Madurar no es contar hasta diez al pensar lo que dices
Es saber que antes del duelo debemos echar raíces
Cuando un miembro del grupo pone esta canción puede que afirme que la pone únicamente porque le gusta; con los años me cuesta cada vez más creer que un participante de un grupo ponga una canción únicamente porque le gusta. Generalmente hay otros motivos que iremos desgranando a lo largo de la terapia. Cuando aparentemente no lleguemos a ninguna conclusión nos podremos ceñir a lo que trasmite la canción, bien por la letra o bien por la fuerza del ritmo o la intención de la melodía.
En el fragmento que he citado escuchamos a una persona que es consciente de un cambio en su vida. Es alguien que decide empezar a vivir. Cuando un miembro de grupo se muestra de esta manera está dando pistas a otros miembros de que mejorar es posible. No solo es posible si no que además es visible porque ocurre ante nuestros propios ojos. Infundir esperanza en cualquier modalidad de tratamiento es en sí terapéuticamente eficaz.
Por lo tanto, es importante que nosotros nos creamos el poder terapéutico de la intervención para trasmitirlo a los participantes y a otros profesionales que trabajan con nosotros. Por otra parte, no es raro durante una intervención que algún participante cuestione la función de la intervención.
En este mismo factor terapéutico desearía citar el poder de la identificación. Es terapéuticamente eficaz observar cómo mejoran otros miembros del grupo.
Catarsis:
Deja que salga la rabia que tengo guardada desde que era un niño
Deja que llore y que rompa mi mundo interior en pedazos buscando cariño
Busca un recuerdo perdido en la mente del que no recuerda el haberlo vivido
Y solo encontrarás un reloj medio roto de tanto ir atrás para ver el olvido
La expresión franca de afecto es vital para el proceso terapéutico, sino se da esta función el grupo terapéutico no cumplirá su cometido. Es importante compartir con los demás el propio mundo interior con el fin de ser aceptado en el grupo. Ser capaz de expresar emociones fuertes y profundas y comprobar que el grupo es capaz de sostenerlo es altamente eficaz. En ocasiones los miembros del grupo tienen dificultades para dar alguna respuesta cuando ocurre un despliegue emocional relevante. Es función del terapeuta mostrar patrones que resulten útiles y validos a los miembros del grupo.
En cualquier caso, como señala Yalom, la catarsis es un factor determinante para el cambio aunque no parece ser en sí mismo suficiente ya que necesita una reflexión sobre la propia experiencia emocional además de una respuesta empática.
Aprendizaje interpersonal:
Cada persona es un mundo, y cada mundo es diferente
Y es por eso que cuesta entender a tantísima gente
Pero con el tiempo aprendes a tener dedos de frente
Y escuchando con el corazón es cuando más se aprende
Cuando alguien te necesite, siéntate a su lado y calla
Porque el gesto de quedarte, le da fuerza en su batalla
Y cuando tú le necesites, sabrás bien quien no te falla
Porque tú siempre estuviste a su lado dando la talla
Siempre hemos vivido en grupos y de hecho es parte de nuestro éxito como especie. Nos hemos caracterizado por las relaciones intensas. Cuando dos personas significativas entre sí se separan ambos sufren una marcada angustia.
En el grupo de Rap las interdependencias se hacen evidentes. Los subgrupos, el aislamiento y los roles dentro del grupo se dejan observar de manera significativa. No es aventurado predecir que las personas interactúan dentro del grupo de terapia de manera parecida a lo que hacen en otros grupos empezando por el grupo familiar. Intervenir sobre las relaciones interpersonales en el seno grupal permite que los miembros descubran otras maneras de relacionarse, y que al ser previamente puestas en práctica en éste lugar seguro pueden ser posteriormente desplegadas en otros contextos relacionales.
Altruismo:
Sé que es duro, pero deja atrás tu vida
Crea una nueva donde encuentres más salidas
Hazlo por ti, piensa por ti, por tu familia
Mejor así, deja salir a tu desidia
Busca el futuro que te corresponda
Y no dejes que nadie te diga lo que te conviene
Si has de marchar, pues marcha, borra esa mancha
Lucha y pelea, piensa en lo bueno que viene
Para personas que se sienten desmoralizadas y creen no poder ofrecer nada de valor a nadie, la experiencia de poder ser útil a otros miembros del grupo puede resultar sorprendentemente gratificante, y además aumentar la autoestima.
Que a un miembro del grupo le ofrezcan un consejo puede ser acertado o no; puede que incluso sea un mal consejo. Aunque, lo que parece relevante es que cuando a uno/a le dan un consejo es síntoma de preocupación. En realidad, lo verdaderamente interesante es lo que puede sentir un miembro de grupo cuando se siente útil ofreciendo un consejo. Necesitamos sentirnos necesarios.
Cohesión:
Y juro que si hago dinero del Rap
Va a ser para llenar de comida la mesa
Para compensar a papá y a mamá
Madrugar y currar, cada día que empieza
Y esto es por ti, por mi hermano, por Rase
Por to’ lo vivido, y lo que hay por vivir
Siempre dijimos que juntos en esto
Y después de este tiempo, seguimos aquí
Esta estrofa refiere a la atracción que ejerce el grupo sobre sus miembros. Los miembros de un grupo cohesivo se aceptan y se apoyan mutuamente y tienden a formar relaciones significativas en el seno del grupo. Mas que un que un factor curativo es básicamente una condición previa necesaria para la eficacia de la terapia; fomenta el desarrollo de otros fenómenos importantes. Es por esto, que es especialmente importante cuidar del grupo. Un grupo cohesionado generará las condiciones ideales para el desarrollo emocional de sus integrantes. Ser miembro de un grupo, ser aceptado y aprobado es muy importante para el desarrollo del individuo. Así mismo, participar de manera efectiva en una experiencia de grupo puede ser en sí mismo curativo.
En el grupo de RAP terapéutico se hace evidente este factor de manera cíclica. Cuando el grupo es estable las dinámicas permiten el desarrollo de la tarea. Sin embargo, en cuanto llegan nuevos miembros se vuelve a desestabilizar de manera casi catastrófica y necesitamos varias sesiones para recobrar cierta estabilidad. Al ser un grupo abierto los miembros más antiguos guían a los nuevos en la adaptación, aunque en ocasiones los miembros tardan en recolocarse al igual que me ocurre a mí mismo como conductor de grupo.
Yalon destaca que la terapia consiste básicamente en una experiencia emocional, y en reflexionar sobre esta. Es decir, es importante poder experimentar las propias emociones y meditar lo que genera en uno mismo y en los demás para que tenga una función terapéutica. De hecho, el sentir una experiencia de cierta carga emocional y no poder pensar ni sentir lo que genera a uno mismo y a los otros puede generar una sensación de vacío y de vergüenza.
De ahí que, es importante dejar claro que la expresión o descarga emocional no es suficiente y deberá estar acompañada de respuestas empáticas de los otros miembros o del terapeuta. En caso contrario podría resultar perjudicial para el desarrollo emocional de la persona.
Desde la musicoterapia la influencia de los factores terapéuticos en los procesos de cambio es un aspecto al que deberíamos prestar especial atención. No parece descabellado destacar, desde la experiencia, que la cohesión, el aprendizaje interpersonal, la catarsis y el autoconocimiento son factores potencialmente accesibles a través nuestras técnicas activas y receptivas.
Es un hecho, que la música brinda elementos de goce y capacidad de generar experiencias saludables. En este sentido, puede permitir un acercamiento y una relación terapéutica donde lo afectivo se pone en juego desde un lugar completamente diferente al que estamos acostumbrados. Que no pongamos palabras en nuestra intervención porque nuestro lenguaje no sea verbal, no significa que la comunicación no se esté dando, ni que lo que sucede no esté siendo significativo. De tal forma, el simple hecho de que sea percibido y experimentado ya en sí mismo una sintonía reparadora. Si además somos capaces de llevarlo a la conciencia la experiencia quedará integrada.
Egoitz Urberuaga